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Para entender las peregrinaciones a Santiago de Compostela, debemos partir de la tradición que habla de la labor evangelizadora de Santiago en tierras de la Hispania romana. Se sabe que tras la muerte de Cristo, Santiago el Mayor, hijo de Zebedeo, continúa inicialmente su labor apostólica en Jerusalén. Posteriormente, pudo embarcar hasta alcanzar algún puerto de Andalucía en cualquier carguero que comunicaba comercialmente Hispania con Palestina.
Su misión evangelizadora comenzaría en el sur de Hispania para posteriormente desplazarse al norte por tierras portuguesas llegando hasta Galicia. La tradición oral se encarga de difundir el portento y en la segunda mitad del siglo VII, Beda el Venerable describe con meticulosa precisión la localización exacta del cuerpo del Apóstol en Galicia.
Aunque la invasión árabe y los tumultuosos cambios políticos, sociales y religiosos que acarrearon en el país, silencian durante un tiempo la incipiente tradición jacobea en España, pronto resurge, a finales del siglo VIII de la pluma del célebre Beato de Liébana. Desde este momento, queda establecida oficialmente la tumba del apóstol en aquel mágico lugar, cercano al cabo de Finisterre, punto situado en el extremo occidental de Europa.
El camino a Finisterre era indicado desde cualquier lugar de Europa por las estrellas de la ‘Vía Láctea’ y desde tiempos antiguos se creía que allí se acababa el mundo y que el Atlántico era ‘La tumba del Sol’. Posiblemente estos hechos geográficos y astronómicos ayudaron a reforzar el magnetismo que desde entonces provocó en millones de almas la ruta jacobea.
El Camino de Santiago fue la ruta de peregrinación más importante de la Europa Medieval y uno de los hechos de mayor importancia y beneficio para la historia de España. Gracias al Camino de Santiago los aislados y pequeños reinos hispánicos -enzarzados en guerras civiles y contras Al Andalus- pudieron abrirse a Europa para dar y recibir de los pueblos traspirenaicos una gran riqueza cultural. Cuando hablamos de la Ruta Jacobea hay que hacerlo desde diferentes planos: espiritual, social, geográfico, económico, cultural, monumental. Dicho de otro modo, No hay un solo camino.
El ‘Camino Francés’ es la ruta por excelencia, y presenta dos variantes dependiendo del punto por el que entren los peregrinos desde Francia: Llegados a Saint Jean Pied de Port (Francia), los peregrinos recorren en España 774 kilómetros atravesando las provincias de Navarra, La Rioja, Burgos, Palencia, León, Lugo y La Coruña. Para una media entre los 20 y 25 kilómetros diarios, suelen emplearse unos 30 días en llegar a destino.
Si bien hay numerosos caminos hacia Santiago de Compostela, me centraré en el Camino del Norte, porque fue el que recorri. Conocido también como Camino Cantábrico, una bella travesía que recorre la cornisa Cantábrica (País Vasco-Cantabria-Principado de Asturias-Galicia) desde Irún a Santiago, íntimamente ligada al mar Cantábrico. El camino transcurre durante la mayor parte por la costa o próxima a ella, es un trazado algo más duro que el tradicional camino Francés pero con unos paisajes inigualables donde el color verde se funde con los colores del mar. Es una experiencia con más contacto con la naturaleza, a la vez que se conocen agradables y bellos pueblos con gente amable y acogedora. Son más de 800 kilómetros que se suelen realizar en 34 etapas si se va a pie o 10 días si lo hacen en auto como fue mi caso.
La mayoría de peregrinos opta por pernoctar en los albergues, siempre es fácil encontrar uno con plazas libres y módicos precios. Algunas poblaciones cuentan además con hostales o campings cercanos. Con una buena guía el viajero podrá planear donde hacer noche con más facilidad. Aunque los lugareños siempre podrán ofrecer buena y actualizada información para pasar la noche, comer o otra necesidad.
La mejor época para realizar el camino del norte son los meses de verano, entre Junio y Septiembre. Aunque si se tiene suerte con el clima; entre mayo y octubre puede ser también buena época. Agosto es el mes más transitado, si es posible trata de ir otro mes. En invierno las temperaturas pueden bajar bastante y abundan las lluvias y la nieve.